Este certamen pretende estimular, reconocer y difundir la dedicación, el esfuerzo y el buen hacer de quienes se deciden a poner en práctica el oficio de la escritura. Se trata, además, de rendir un merecido homenaje a la figura del maestro, cuyo papel es imprescindible en la iniciación de las personas en las edades más tempranas de la vida en el hábito de la lectura. En este sentido, Francisco González Ruiz (Turre, Almería, 1903-1970) es el paradigma del buen maestro.

Los trabajos, de tema libre, deben estar escritos en lengua española, ser originales e inéditos, y tener una extensión mínima de 250 palabras y máxima de 1.500 palabras. Podrán concurrir todos los autores, profesionales o aficionados a la escritura que lo deseen, cualquiera que sea su edad, nacionalidad y lugar de residencia. Cada concursante podrá presentar al certamen un máximo de tres obras.

El Jurado estará compuesto por cinco personas de reconocido prestigio. Su composición permanecerá secreta hasta que se dé publicidad al fallo. Un Comité de Lectura, integrado por tres personas, a su vez miembros del Jurado, determinará los originales que por su calidad merezcan especial consideración a tener en cuenta para el fallo final. Junto al premio se entregarán dos accésits que no tendrán dotación económica.

El certamen se desarrollará en una fase previa y otra final. Durante la previa, el viernes de cada semana, el Comité de Lectura seleccionará el relato que, a juicio de sus miembros, sea el mejor entre los enviados hasta esa fecha, publicándose el lunes siguiente en hoyesarte.com. Este procedimiento se repetirá cada semana, durante 67 semanas comprendidas entre el 30 de enero de 2019 y el 30 de junio de 2020. Durante la fase final, el Jurado decidirá entre las obras seleccionadas en la fase previa cuáles son las merecedoras del premio y de los dos accésits.

El fallo será inapelable y se hará público el día 23 de julio de 2020 en hoyesarte.com. El acto de entrega se celebrará en Almería en agosto de 2020.

Fechas clave

  • Apertura: 30 de enero de 2019
  • Cierre: 30 de junio de 2020
  • Fallo: 23 de julio de 2020
  • Entrega: 22 de agosto de 2020

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¿Quién fue Francisco González Ruiz?

Por José González Núñez

“Sin usted, la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, no hubiese sucedido nada de esto (…), y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido”.

(Carta de Albert Camus a su maestro Louis Germain tras recibir el Premio Nobel de Literatura, 1957)

 

El nombre de Francisco González Ruiz sirve para nombrar a uno, y también a tantos, de los maestros que han desarrollado su vida profesional de forma silenciosa, pero apoyándose en tres sólidos pilares: la vocación, el entusiasmo y el altruismo. Dice un viejo refrán castellano que “el buen maestro ha de ser fuente de ejemplo y saber”, mientras que John Passmore dejó escrito (Filosofía de la Enseñanza) que “un maestro bueno es el que consigue transmitir valores, incluso sin siquiera mencionarlos”. De acuerdo con ello podemos afirmar que Francisco González Ruiz fue un buen maestro y un maestro bueno, en el buen sentido de la palabra bueno.

Durante los años cuarenta, cincuenta y sesenta del pasado siglo ejerció como maestro rural en distintos pueblos de la provincia de Almería: Bédar, Mojácar y, sobre todo, Turre, su lugar de nacimiento. Su labor docente, tan callada como eficaz, permitió reducir considerablemente la elevada tasa de abandonos de la escuela de la época; su magisterio, fuera del horario escolar, hizo posible que un buen número de niños de la comarca del Levante almeriense pudiera realizar el bachillerato y acceder a estudios medios y superiores que, de otra manera, les hubieran resultado imposibles, y, quizás, lo más importante de todo: supo abrir la mente a sus alumnos para que alimentaran los yullanares de su inteligencia y dieran los mejores frutos.

Francisco tenía una amplia formación científica y humanística y fue un consumado lector que se dejaba arrastrar madrugada abajo por el río de la literatura. Este saber le permitió instruir a sus alumnos acerca de gramáticas y personas, a enseñarles el ajuste del cuento, a echar cuentas sin tener a mano calculadora alguna y a contar las historias que construyen la historia. Siguiendo al sabio maestro Ibn Al Fajar, también les inculcaba que con-jugar es tratar de alejarse de la primera persona del singular para acercarse a las demás personas del verbo.

Francisco fue maestro, ejerció con vocación, entusiasmo y altruismo la profesión más hermosa del mundo. Así lo recuerdo yo:

“La pelliza sobre los hombros. Bajo los pies, el rescoldo del brasero va languideciendo conforme avanza la madrugada. El libro sobre las manos. Bajo la luz sin pulso de un flexo en los puros huesos, el ansia de saber del maestro va creciendo conforme avanzan las páginas y las horas. El sueño se cansa de esperar. Amanece. Hoy, en la escuela, los niños tendremos nuevas cosas que aprender” (El flexo que ilumina las noches… y los días, microrrelato contenido en el libro Ajuste de Cuentos).

Que el premio Maestro Francisco González Ruiz sirva de homenaje a todos los buenos maestros y maestras cuyo magisterio se ejerce no solo por lo que enseñan, sino también por lo que infunden, como el entrañable maestro de Albert Camus.